Hace veinte años, un 11 de Enero en 1999, morìa Fabrizio De André a los 58 años

“Uno de los Grandes poetas del Rock de todo el siglo, que se pueden contar con los dedos de una mano, junto a Leonard Cohen, Bob Dylan y Jacques Brel”

Wim Wenders, cineasta alemàn

« Creo que deberìamos dejar de decir que Fabrizio es el Bob Dylan italiano, y empezar a decir que Bob Dylan es el Fabrizio estadounidense »

Fernanda Pivano, escritora de la Generaciòn X

En los primeros quince años de su carrera, Fabrizio de André no dio un solo concierto por miedo a que la timidez le hiciera olvidar sus propias letras a medio cantarlas. Luego se fue habituando poco a poco, pero cantando siempre en la penumbra, con gafas de sol y con una buena dosis de whisky encima. Con semejante timidez, hay que preguntarse cómo habriá reaccionado de tener algun tipo de conciencia cuando en Génova, de donde era, su ataúd fue acompañado por unas 10 000 personas.

Y es que De André es tan desconocido en el extranjero como venerado en Italia, donde con el paso del tiempo empieza a ser considerado uno de los mayores poetas del siglo veinte en su lengua. Fuera de Italia, pocos lo conocemos, aunque algunos de dichos conocedores son bien selectos. Wim Wenders ya está pensando en hacer un documental sobre él, después de haber organizado un súper concierto de homenaje en Nueva York con interpretaciones de otros admiradores suyos, como Leonard Cohen o David Byrne. Este último cuenta cómo se dedicaba en los 80 a hacer copias, ilegalmente, del disco Creuza de Mä para distribuirlas insistentemente entre sus amigos, ya que en Nueva York (!) era prácticamente imposible encontrar el álbum original. Algo por lo que pasó también el propio Wenders.

En sus canciones podía hablar de cualquier cosa, dando de ella siempre una visión nueva, humanizando a sus personajes al despojarlos de todo mito, haciéndolos más amables y menos sagrados. Hizo un disco en el que exaltaba de forma poética y atípica por atea, las figuras de Jesús y de la Virgen María. Y así de fácilmente, Fabrizio de André se ganó la hostilidad de la Iglesia, así como la frialdad y el ninguneo por parte de esa misma izquierda oficial que antes le aplaudía. Veían contradictorio que alguien de izquierdas y ateo ensalzara a la Virgen. Pero a él, anarquista declarado, nunca le importó ser contradictorio.

Fabrizio se fue. El cáncer le castigó, como a tantos otros que optaron por vivir sin medias tintas. Nos deja una discografía sucinta, sólo quince discos, todos memorables: prefería tardar más para hacerlos mejor, o simplemente para evolucionar. Y así pudo ser uno de los pocos cantautores cuyos primeros discos son conocidos por los viejos, y cuyos últimos por los jóvenes. Y en todos dio esa mezcla de lírica y narrativa que buscaba redención en los relatos de vidas corrientes. Ci sentiamo, Fabrizio.