Con motivo del descubrimiento insólito de un templo dedicado al dios romano de origen persa Mitra, en Cabra, charlamos con uno de los referentes internacionales del mitraísmo, Jaime Alvar. Con él repasamos los testimonios hasta hoy conocidos y las especificidades del culto de Mitra en Hispania.

Jaime Alvar ha sentado cátedra con su trilogía sobre los cultos de Mitra, Magna Mater, Atis e Isis en Hispania. Su obra es hoy imprescindible para conocer este fenómeno en la península ibérica y, por ende, en el Imperio romano. 

Asimismo, Alvar nos hace reflexionar sobre los fundamentos de la España contemporánea: «Los españoles somos herederos de Roma, pero con contradicciones brutales», afirma y justifica.

¿Cuál es el primer testimonio mitraico en Hispania?

A finales del siglo I d. C., tenemos el supuesto mitreo de la calle Espronceda de Mérida que aparentemente deja de funcionar a comienzos del siglo siguiente. Si admitimos esta cronología sería uno de los más antiguos de todo el Imperio, lo que resulta difícil de asumir.

Después nos encontramos con un hiato hasta el 155, fecha a la que pertenecen los altares y esculturas hallados con motivo de la construcción de la plaza de toros en el Cerro de San Albín. Allí no se hallaron restos arquitectónicos, pero sin duda procedían del llamado gran mitreo de Mérida, que aún no ha sido descubierto.

Si el llamado mitreo de la calle Espronceda de Mérida no es un templo, ¿qué es?

Yo lo interpreto como un escondrijo. Alguien se tomó la molestia de llevar estatuas, probablemente de distintos santuarios, y las acumuló en la villa, de donde ya nunca salieron hasta época contemporánea. Algo ocurrió que motivó el ocultamiento. Hay dos esculturas que son significativas al respecto. 

La primera es el Aión leontocéfalo, con un golpe en la cara. No hay afán de ensañamiento. Simplemente alguien le pega un mazazo, le rompe la cara y por tanto destruye la posibilidad de comunicación con la potencia divina. Alguien lo ha desacralizado. Lo ha anulado. Hay una voluntad clara de hacerlo. 

Aión con cabeza de León de Mérida.
The New Mithraeum / Andreu Abuín

Otras esculturas pueden estar decapitadas, pero eso no significa nada. Las esculturas se rompen. De hecho, a la tauroctonía de Cabra le falta la capa de Mitra y el rabo del toro. ¿Dónde están? Igual están tirados por allá. Igual alguien las cogió y se las llevó para hacer cal. Podemos especular ad infinitum, pero no podemos decir lo que ocurrió. 

Pero lo curioso es que Ana María Rodríguez Azcárraga encontró, en los fondos del museo de Mérida, fragmentos escultóricos pertenecientes a una tauroctonía. El relieve fue machacado. Es decir, alguien se tomó la molestia de destrozarlo. 

Por lo tanto, tenemos una tauroctonía hecha añicos y un leontocéfalo con un mazazo en la cara. Los dos monumentos más significativos del culto mitraico fueron destrozados, mientras que los demás, más comunes dentro del politeísmo, no sufrieron una agresión similar.

En Mérida, pasó algo. Esta es mi opinión. Además, después de la destrucción de la tauroctonía, otra persona recogió los fragmentos y los puso todos juntos. Pero no se los llevó al Cerro de San Albín. Estos se quedaron allí, creo que en la calle Constantino, que es donde puede haber estado situado el gran mitreo de Mérida, todavía sin identificar.

Es muy significativo. Solo tenemos una foto fija del año 155. Toda la decoración, todas las estatuas y toda la epigrafía es de ese momento, pero no hay recorrido. No hay materiales de finales de siglo II. No hay nada de comienzos del siglo III y de pronto nos encontramos unas destrucciones voluntarias.

Vamos a buscar un responsable. ¿Fueron los cristianos? En los siglos II y III, no había una comunidad cristiana suficientemente potente como para liarse a mazazos con las estatuas politeístas y más concretamente mitraicas. 

A lo largo del siglo III el culto de Mitra se desvanece. No tenemos ni un solo documento que confirme el mantenimiento del culto, lo que dificulta un ataque cristiano en, digamos, el siglo IV o V. Tampoco se explica que alguien se preocupara en esconder unas estatuas de cultos abandonados tiempo atrás.

Pero entonces ¿qué paso?

Hubo un arrebato iconoclasta. No sabemos más. Tampoco sabemos cuándo se produjo la deposición en el Cerro de San Albín. Lo que está claro es que San Albín no es un lugar de culto. Es un lugar de ocultamiento.

Es decir que, en Mérida, un grupo de personas no cristianas ¿se ensañaron contra el culto mitraico?

No podemos afirmarlo, pero es sumamente significativo que, entre las muchas esculturas, las dos más características del culto mitraico sean las más mutiladas. Y claro que pienso que pudo haber sido obra de los cristianos. Sí, pero eso es una hipótesis. Yo no lo puedo demostrar. Carecemos de información cronológica y sin ella no es posible proponer un relato plausible, solo suposiciones. ¿Qué pasó a lo largo de todo el siglo III para que nadie dejara testimonio de su vinculación a Mitra?

No hay en toda Hispania ningún elemento cultual posterior a los monumentos de Mater Magna de Córdoba, del 238. Esto es lo último que tenemos. Después del 238 no hay nada. Pero claro, un santuario mitraico pudo pervivir en Mérida. La gente podía conocer un lugar de honda antigüedad y más tarde llegaron los cristianos y rompieron aquello. O no.

Lo cierto es que ignoramos si había culto o no allí en el momento en el que los cristianos lo destruyen. Pero desde luego hubo politeístas que tomaron aquello como una cosa personal y decidieron preservarlo en el cerro de San Albín.

¿Qué decir del testimonio de Lugo?

Data del 213. Un testimonio singular el del tal Gaius Victorius Victorinus. ¿Un centurión destacado en Lucus Augusti que hace mitreo dedicado a sus dos libertos? A sus libertos y a la statio lucense, es decir, al destacamento militar acantonado allá.

Altar del mitreo de Lugo.
Museo Universitario A Domus do Mitreo

Juguemos a las hipótesis. A lo mejor los libertos tuvieron una relevancia en la introducción de Victorinus en el culto mitraico y el mitraísmo, a su vez, contribuyó a otorgarle la auctoritas necesaria para que los soldados de la statio se vincularan a él con lazos adicionales a los estrictamente militares. Pudiera ser, pero Victorinus actúa a contracorriente, pues por aquel entonces ya casi no existe epigrafía religiosa en Hispania. 

Unos años antes, el senador Calpurnius Rufinus se va a un santuario rupestre recóndito de Portugal, en Tras-os-Montes, y lo adecúa a un ritual mistérico a Serapis, con testimonios en griego… Y a principios del siglo III, unos señores del ordo equester aparecen por Austurica Augusta y hacen un altar a Apolo, a Némesis, a Isis, a Serapis y a no sé cuántos otros dioses. 

Y el comandante en jefe de la Legio VII, en León, hace una inscripción a unas divinidades asimismo exóticas. Y en Córdoba, alguien promueve el culto a la Mater Magna con la donación de varios altares taurobólicos en 234 y 238 en beneficio del Imperio.

Todos estos agentes imperiales intervienen para dinamizar el politeísmo en el tránsito del siglo II al III. Hay una intención clara de fomentar unos cultos determinados para incentivar una cohesión debilitada.

Se trata de un operativo que se inicia a finales de la época de los Severos pero, aun así, a partir de la década del 230, no hay epigrafía religiosa en la península ibérica. Desaparece.

¿La gente deja de creer en los dioses? 

No, simplemente ha cambiado el ritual. Ahora ya no hay matanza de animales, ya no hay sacrificio. No hay necesidad de poner altares.

¿Por qué solo en Hispania?

No puedo establecer una hipótesis porque nos falta documentación. No la hay. Tampoco hay cristianos. Todavía falta un siglo y pico para que el cristianismo empiece a cuajar. El cristianismo no tiene nada que ver con el declive del paganismo en la península ibérica. No puedo construir una hipótesis sin tener una base documental. Estaría haciendo ficción.

Yo sé que algo ha cambiado drásticamente a mediados del siglo III en Hispania, porque la gente ya no siente la necesidad de ir al taller del lapicida para encargarle un altar votivo. Y los talleres cierran. Por eso, la poca epigrafía posterior, cuando la encontramos, es en general de peor factura. Ha caído en desuso.

Luego tenemos el mitreo de Els Munts con unos problemas específicos. No hay más. Por eso es muy importante el mitreo de Cabra. Además, el de Cabra nos da una pista adicional sobre la presencia de mitreos en domus, frente a los mitreos de espacios públicos. Los mitreos en Hispania son de carácter privado. En Lugo y en Cabra. Y el de Els Munts también, aunque se trate probablemente de una villa imperial.

Mitra sacrifica el toro sagrado. Tauroctonía de Cabra.
Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba

Entonces, ¿damos por bueno el mitreo de Els Munts?

No se han encontrado evidencias epigráficas o estatuaria, pero el espacio corresponde con la estructura de un mitreo, a pesar de medir más de treinta metros. De esas proporciones, solo conocemos el de las termas de Caracalla y el de Mainz, que fue destruido después de haberlo excavado. Pero treinta metros son muchos metros para un mitreo y especialmente para un mitreo en una villa.

Volvamos a la Bética. Antes de encontrar el mitreo de Cabra, varios espacios han sido asociados con el culto de Mitra. ¿Qué hay de nuevo?

En Fuente Álamo se encontró un espacio que presumieron compatible con un mitreo. Yo no lo retiré del catálogo por cautela, pero en este momento, precisamente por precaución, lo separaría. No creo que lo de Fuente Álamo sea un espacio mitraico, porque no hay nada que sustente la propuesta. Ni siquiera hay bancos. Se presupuso que podría haber habido bancos móviles, de madera, pero no se puede suponer lo que falta para afirmar que fue un mitreo.

La hipótesis de que la Tumba del Elefante sea un mitreo es una extravagancia. No es un mitreo ni tampoco un santuario de Mater Magna. La arqueoastronomía permite establecer realidades significativas, pero a menudo compatibles con distintos cultos. Es decir, que la luz del sol incida en algún momento del año en el fondo de la tumba no prueba que sea un mitreo. ¿Es significativo? Pues podría serlo, pero también para un culto funerario sin relación con el mitraísmo.

Todos tenemos prejuicios e interpretamos los hechos según nos convenga. Dicho esto, que un templo esté orientado al este y le entre el sol en el solsticio de verano, pues es la cosa más normal del mundo, pero no tiene por qué estar asociado al mitraísmo. 

Y entonces ¿cuál es la razón por la que se dice que una tumba es un mitreo? Dígame usted, en todo el elenco estupendo que hay en The New Mithraeum, ¿cuántos mitreos ha encontrado en una tumba?

Sería el único.

No hay ningún otro ejemplo en una necrópolis. Pero si pensamos que el mitraísmo es una religión de salvación… Otra de esas palabras clave hoy en desuso: religiones orientales, esotéricas, mistéricas y de salvación. Como se supone que el mitraísmo es una religión de salvación, entonces el culto a los muertos tiene que estar de alguna manera vinculado al mitraísmo. Y convertimos en mitreo un espacio funerario. Si verdaderamente hubiera una intención de salvación en el mitraísmo, ¿por qué no existe ningún epígrafe funerario mitraico vinculado a la salvación? En el cristianismo sí aparece, ¿eh? Pero no en el mitraísmo ni el culto de Isis ni el culto de Mater Magna. 

¿Qué tiene que ver un elefante con el culto de Mitra? ¿Qué tiene que ver Atis? ¿Qué tiene que ver una tumba? ¿Y una necrópolis? Por lo tanto, toda esta hipótesis de que en Carmona hay un mitreo basada en que el sol entra a través de un ventanuco en el solsticio de verano… 

Creo necesaria una mayor dosis de rigor. La hipótesis inicial sigue siendo la más acertada hasta el momento. Probablemente se trate de la sede de un colegio funeraticio.

Resumiendo: Un mitreo en Mérida, uno en Cabra, otro en Lugo y otro más en Els Munts. Poca cosa, ¿no le parece? ¿No se invierte lo suficiente en España en arqueología? ¿No hay interés?

Pero, vamos a ver, ¿quién no va a querer tener un mitreo en su ciudad? ¡Claro que hay interés!

Vayamos por partes. Durante la dictadura franquista, el interés por el patrimonio arqueológico era reducido, eso es cierto. Se trata de un fenómeno también cultural. 

Durante el franquismo lo poco que se invertía en patrimonio era fundamentalmente en el patrimonio del establishment, es decir, Roma. Pero nosotros somos herederos de Roma con contradicciones brutales.

Somos herederos de Roma, pero al mismo tiempo, el franquismo reivindicaba a Viriato, que sería un terrorista desde la perspectiva del orden establecido por el Estado. La contradicción consistiría en estar ensalzando los fasces imperiales, por un lado, y el españolismo de Viriato por otro

El españolísimo Viriato sería precisamente el que acabaría lanzando al almirante Carrero Blanco por los aires, en la calle Claudio Coello. Es decir, la reivindicación de la españolidad de Viriato entra en contracción con virtud de las águilas imperiales imponiendo Hispanidad por todas partes.  Y eso ¿cómo se digiere desde el punto de vista de la gestión del patrimonio intangible y de las identidades? 

Ese es el conflicto que tiene el franquismo con el pasado. Pero lo que interesa durante la dictadura es la idea imperial y por lo tanto Roma, ante todo.

Con la transición, llega el Estado de las autonomías y entonces lo que se lleva es establecer idiosincrasias locales; poner en valor las diferencias regionales. Y para ello, hubo una inversión económica enorme durante los primeros 20 años de la democracia, gestionada por las comunidades autónomas. Una inversión centrada en la arqueología protohistórica para dejar claro que Andalucía era tartésica; Cataluña, ibera; Castilla, vaccea, o Canarias, guanche. Y ahora estamos en un momento de recuperación de la arqueología romana. 

Otra realidad distinta es que, como yo creo, el mitraísmo es un fenómeno fundamentalmente urbano y la mayor parte de las ciudades han sido habitadas con posterioridad por lo que es muy difícil localizar los mitreos. Los encontramos de casualidad. 

En Roma se han descubierto muchos mitreos, es cierto, pero según Filippo Coarelli debió haber unos cien y solo conocemos una docena grosso modo. Es decir, el índice de pérdidas es brutal. Si en Mérida hubiera hubo cuatro y hemos detectado uno y medio, pues no estamos mal como índice testimonial. Hemos encontrado uno en Lugo. En Tarragona estoy persuadido de que hay otro.

Lo que tenemos es escaso, pero significativo porque el mitraísmo tampoco era un culto de masas.