Será un clásico, pero para mí ha sido el descubrimiento del año:  Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen (Rayo, 2005) de las autoras norteamericanas Adele Faber y Elaine Mazlish. Ambas profesoras y madres han impartido talleres para padres y profesores en todo el mundo. 

Trata de la escucha activa y la empatía de los educadores, padres o profes, hacia los niños. Requiere un cambio de paradigma mental que desde mi punto de vista es muy beneficioso. Hay que partir de la idea que es el adulto el responsable de la relación que tiene con su hijo, y que como es así, también es posible cambiarla si se lo propone. Aunque claro, esto lleva tiempo para reflexionar y poner en práctica: todos sabemos que no es fácil pero que merece la pena. Lo más interesante del libro es la parte práctica, que te da ideas claras y concisas, fáciles de entender, de cómo podemos cambiar nuestra manera de expresar las cosas para ayudarnos y ayudar a la familia o a la clase.

Voy a intentar resumir escuetamente algunas de sus ideas para cada situación problemática y que les pueda servir de ayuda a algunos padres que no tengan tiempo de leerlo. 

1. ¿Cómo afrontar rabietas, llantos, peleas o enfados? ¿Cómo evitar juzgar cada cosa que nos cuentan los niños? ¿Cómo aprender a escuchar? A esta parte del libro la llaman  “Cómo ayudar a los hijos a afrontar sus sentimientos”:

ACEPTA SUS SENTIMIENTOS

1. Escucha callado y atentamente.

2. Reconoce los sentimientos con una palabra: anda, vaya, ya veo.

3. Da nombre al sentimiento: Parece muy frustrante, debes estar muy enfadado…

4. Concede al niño sus deseos de fantasía: imagina un mundo en el que pudiéramos estar jugando todo el día. Ojalá existiera (este funciona muy bien y es genial si te gusta divagar e inventar locuras).

Todos los sentimientos pueden aceptarse. En cambio, ciertas acciones (pegar o gritar) se deben limitar y dar herramientas para canalizarlas.

Entiendo que te hayas enfadado con tu hermano, ahora dile lo que quieres con palabras no con los puños; ahora si quieres coge una hoja y dibuja tu enfado (u otras estrategias que yo añado en un papel en la pared de la habitación de mis hijas: cántalo, escríbelo, haz ejercicio, yoga, haz algo que te guste, baño, masaje, etc.). 

Lo que sostienen es que cuando no anulamos los sentimientos del niño (tipo eso es porque algo habrás hecho, no llores no es nada, eres una pesada, para de gritar te compraré otra), el niño se siente comprendido y comienza otra manera de afrontar el problema. Esto no quiere decir que el niño o niña vaya a dejar de llorar instantáneamente, pero al menos, no va a bloquearse por la respuesta incomprensiva del padre -o, lo que es lo mismo, por el bloqueo de este- sino que se va a crear una situación de entendimiento más relajada desde la cual poder afrontar la frustración o el problema. Una sensación psicológica que ayudará a la resolución de problemas por parte del niño. Afirman que sólo con la aceptación del sentimiento del otro y el no criticar, a veces, sin tan siquiera decir nada, el niño encuentra soluciones solo porque se siente libre de hacerlo. Es difícil pensar cuando alguien te está haciendo preguntas, reproches o recomendaciones. 

Doy fe de que funciona. 

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2. Colaborar en casa:

CÓMO PROPICIAR LA COLABORACIÓN DE UN NIÑO

1. Describir lo que veo o el problema: Hay una toalla mojada encima de la cama.

2. Dar información: La toalla está mojando la colcha.

3. Expresar de manera concisa y clara: ¡La toalla!

4. Comentar mis sentimientos: No me gusta dormir en una cama húmeda, me molesta mucho

5. Escribir una nota: (encima del toallero) Tráeme de vuelta para que me seque. Gracias, tu toalla.

Claro que, muchos niños, ni se inmutan con estás tácticas. Bueno, paciencia. Hay que cambiar hábitos, creerse lo que se está diciendo y haciendo, paliar acritudes mutuas, e ir más allá con la resolución de problemas. Es lo que proponen en el siguiente apartado.

Esta estrategia funciona muy bien. Cuando empecé, se estableció en mi casa una relación epistolar importante que duró unos meses y que dejó notas legendarias como aquella del wáter junto a los tubos vacíos de papel higiénico: No coger. Prohibido. Uso para cohetes. De vez en cuando vuelve. A mis hijas les ha encantado escribir lo que sienten. 

3. Sin castigos:

EN VEZ DE CASTIGAR…

1. Expresa tus sentimientos con rotundidad (sin atacar): Tengo un enfado monumental. He visto mi sierra nueva tirada en el jardín oxidándose.

2. Expresa tus expectativas: Cuando presto mis herramientas, espero que las devuelvan igual que estaban.

3. Enseña cómo rectificar: Esta sierra necesita un estropajo y mucho frote.

4. Da opciones: Puedes pedirme mis cosas y devolverlas o renunciar al privilegio de usarlas.

5. Toma medidas:
HIJO: ¿por qué no me prestas tus herramientas?
PADRE: dímelo tú

6. Resolved juntos el problema: ¿Cómo podemos hacer para que puedas usar mis herramientas y que yo sepa que están bien guardadas?

He de admitir que este me cuesta a morir. Primero, porque cuando me enfado me enciendo como un fósforo de los buenos y el autocontrol es mi punto flaco. Así que muchas veces acabo castigando. Bueno, como ahora decimos, acaba habiendo consecuencias lógicas -a veces no tan lógicas- que es un poco lo mismo que castigar pero desde un punto de vista distinto. Pero he de decir que, las veces que he tenido el tiempo y el aguante, las cosas han ido mucho mejor. 

4. Método para la resolución de problemas:

PARA LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS:

1. Habla de los sentimientos y necesidades del niño.

2. Habla de nuestros sentimientos y necesidades.

3. Exprímete el cerebro para encontrar una solución mutuamente aceptable.

4. Escribid todas la ideas sin evaluarlas.

5. Decidid qué sugerencias os gustan, cuáles desecháis y cuáles vais a hacer.

Es largo pero creativo, y hace nacer lazos de amistad.

5. La autonomía:

PARA ESTIMULAR LA AUTONOMÍA…

1. Da opciones en vez de órdenes: ¿Quieres el abrigo rojo o el azul?

2. Muestra respeto por su lucha personal: Un tarro es difícil de abrir. a lo mejor puedes darle golpes.

3. No preguntes demasiado: Me alegro de verte. Bienvenido.

4. No te precipites con las respuestas: ¿Por qué crees tú?

5. Anímalo a usar otras fuentes: ¿Por qué no le preguntamos a tu tía que es médico?

6. No quites la esperanza: Veo que quieres hacer un viaje con tus amigas. Puede ser increíble.

Este me encanta.

6. La autoestima:

EL ELOGIO DESCRIPTIVO Y LA AUTOESTIMA

1. Describe lo que ves: Veo la cama hecha, el suelo limpio, y la ropa guardada.

2. Describe lo que sientes: Qué gusto entrar en una habitación tan ordenada.

3. Sintetiza la conducta acertada del niño en una o dos palabras: Has sido muy organizado, leal, determinado, fuerte…

Esta parte me ha resultado fácil de aplicar y asimilar como algo natural en mí. Supongo que es porque parte de algo agradable, no estamos enfadados o crispados. No dudéis en aplicarla, merece la pena verles la carita de orgullo y confianza en sí mismos y además se sale del típico qué dibujo más bonito, me encanta, está génial, eres el mejor haciendo caquitas de barro, felicidades, etc.

7. No encasilles a tu hijo:

LIBERAR DE ENCASILLAMIENTOS: ¡Eres un desastre!

1. Busca oportunidades para darle una nueva imagen de sí mismo: Has ordenado toda la habitación tú sóla perfectamente, toda tu ropa y has ordenado tu mesa
2. Ponle en situaciones en las que pueda verse de otra manera: Carmen, ¿podrías guardar tu ropa que está tirada en el suelo?
3. Que oiga cuando dice algo favorable sobre él o ella: Ha puesto la mesa ella sola sin que nadie se lo diga. Muy responsable.
4. Ejemplifica lo deseado: A veces hay que doblar la ropa aunque no se tengan ganas.
5. Sé la memoria viva de sus momentos más inspirados: Recuerdo aquel día cuando …
6. Cuando actúe según la vieja etiqueta, expresa tus sentimientos o expectativas…: No me gusta tu actitud. Por mucho que no te guste recoger, espero más responsabilidad.

Esta parte es dura, estamos de acuerdo. Cuando un hijo tira más de un lado que del otro, no encasillarlo es muy difícil pero muy liberador. Creo que la mitad de lo que llegamos a ser lo somos porque creemos serlo. Ayudémosles a crearse su propia idea de sí mismos y no los hagamos dependientes de nuestra aprobación.

Espero que estas estrategias os sirvan de ayuda. Yo intento ponerlas en práctica y soy consciente de que la educación puede cambiar siempre que estemos dispuestos a cambiar nosotros mismos, pero es muy difícil en el día a día porque no tenemos tiempo. Así que, mejor que querer hacer todo esto a la vez, mi experiencia me dice que es mejor elegir un punto, sólo uno, e intentar llevarlo a cabo por un tiempo. Una vez que funcione, se interiorice o simplemente no dé para más, cambia de punto y empieza con otro. Luego siempre podrás volver a la casilla de salida, enfadarte gritando y maldiciendo el día que naciste, y cobrar las 20 000 pesetas. No se pierde nada por intentarlo, es gratis y no da urticaria como ver el Congreso de los Diputados, y lo digo con acritud, esto último, y sin querer parecerme a Donald Trump, Dios me libre.