Países como Finlandia o Singapur ocupan hoy los primeros puestos mundiales en renta per cápita. Hace unas cuantas décadas, como tenían pocos o ningún recurso económico, decidieron invertir masivamente en sus sistemas de educación pública. En España, no sólo se dedican pocos recursos a la educación pública sino que esta, en algunos lugares, incluso se encuentra amenazada. Algunas administraciones con la cabeza en el siglo XIV, parecen decididas a convertirnos en el Tercer Mundo del siglo XXII. La acción más enérgica contra este inapetecible destino proviene de las propias aulas. Hemos tenido el honor de entrevistar a Vladimir Solà, de Docentes Unidos, un movimiento que, desde su fresca irrupción en septiembre, ha dado ya mucho que hablar. Y ello desde la mismísima Región de Murcia.
Pues, lo primero, cuéntanos un poco quién eres, ¿cómo te has hecho docente y cuál es tu experiencia?
Bueno, yo soy docente de la especialidad de filosofía en un instituto de Lorca, el IES Ramón Arcas. La verdad es que la filosofía siempre fue mi vocación. No la docencia, pero sí la especialidad, desde muy joven. Cuando iba al instituto, ya tenía claro que quería estudiar filosofía y, luego, cuando empecé a dar clases, me di cuenta de que este era mi trabajo, mi vocación. Y lo disfruto muchísimo.
¿Y cómo os vino la idea de Docentes Unidos?
Se formó espontáneamente. El 16 de agosto del año pasado, alguien abrió un chat de un grupo en Telegram y empezó a entrar gente. En dos o tres días nos encontramos 4000 personas allí y empezamos a interactuar los unos con los otros. Ahí empezó todo.
Empezamos a pensar que con eso habría que hacer algo. No sabíamos qué, no teníamos ni idea, no sabíamos nada ni de comunicación, ni de redes de comunicación política ni de nada, pero se hicieron los grupos y se empezó la organización. Varios meses después, sí tenemos claro qué somos, qué hacemos. Legalmente, no somos una asociación ni un sindicato, no podemos convocar huelgas. Docentes Unidos es un movimiento social. Ya se consideró si era conveniente convertirse en sindicato o en organización y se llegó a la conclusión de que no, de que sindicatos ya hay y que lo más fresco, lo más abierto, es un movimiento social.
¿Y hubo algún detonante para que esto cuajara así, tan rápido como dices?
Realmente, no. Yo no fui la persona que abrió el chat. Creo que fueron dos compañeras que están en el grupo de coordinación, y eran sólo dos. Ellas se lo pasaron a otras dos profesoras y bueno, como había mucha preocupación en verano por el tema de la pandemia y la vuelta a las aulas…. No teníamos información, no sabíamos nada, la administración estaba desaparecida. Esa preocupación fue lo que hizo que de repente miles de personas entraran ahí, buscando una solución o ver qué decían los compañeros. Estábamos en el mes de agosto, sin vernos los unos a los otros en los centros.
Y yo creo que eso hizo que tuviera éxito el enlace: la gente quería estar en contacto, ante la situación de emergencia y de desaparición o de abandono por parte de la administración.
¿Qué causaba por entonces toda esta incertidumbre? ¿qué temores había, que tuvieran ese poder aglutinador tan rápido?
Bueno, en el mes de agosto con la pandemia, ya subiendo las cifras en la Región de Murcia y en otros sitios, no teníamos ningún tipo de información acerca de cómo iba a ser la vuelta al aula. Sabíamos que habría que hacer desdobles, por sentido común. Y que habría que contratar más profesorado, hacer los grupos más reducidos… Eso fue lo que lanzó el grupo, realmente: salir a la arena pública a explicarle a la ciudadanía que la situación era esa y que, si la administración no reaccionaba, iba a caer el sistema educativo.
Caer el sistema educativo… ¿Temíais un cierre masivo de las clases?
El primer gran temor eran los contagios masivos, tanto del profesorado como del alumnado. No teníamos ninguna garantía, ni instrucciones de seguridad ni protocolos, nada. Eso fue llegando en septiembre y octubre, pero en agosto no sabíamos nada.
Y luego, efectivamente, la otra opción y amenaza que durante todo el otoño estuvo planeando, era el cierre. Entonces nos dimos cuenta de que eso era muy peligroso, que no solamente necesitamos más profesorado para afrontar la pandemia en el aula, sino que la administración pública en la Región de Murcia podría aprovechar la situación para buscar deliberadamente un cierre, una especie de cierre patronal. Y desviar así fondos a la concertada, a la privada. Entonces claro, las cosas empezaron a ponerse tensas.
Un proyecto de mermar la educación pública…
Sí, puede estar en rondándoles las cabezas. Es una preocupación que comparten todas las personas que están en Docentes Unidos, aunque tienen ideologías políticas distintas. Como servidores públicos, sabemos que las políticas privatizadoras son muy fuertes y agresivas en la Región de Murcia. Y la situación de pandemia ha agravado el conflicto entre los servicios públicos y el sector empresarial de la educación. Sector que, en Murcia, influye directamente en las decisiones del Gobierno Regional y de la Consejería de Educación.
Al final, la pandemia ha hecho saltar las costuras de un determinado modelo de gestión de la educación pública, que ya era un modelo fracasado, segregador, privatizador y que está creando desigualdades en la región de Murcia. Y esto con las familias se ha visto muchísimo, las diferencias de clase.
¿En qué se han visto?
Las familias más desfavorecidas están sufriendo un golpe muy duro en la educación de sus hijos, un golpe que no están sufriendo las que tienen más recursos.
Estamos viendo cómo crecen las cifras de abandono en determinados cursos, pero esto no sucede de forma uniforme en toda la región. Sucede dentro de un sistema compuesto de centros privados, subvencionados y públicos. Sucede allí donde tenemos centros con perfil de familias trabajadoras y, dentro del mismo centro, en grupos y cursos donde hay mucha población de origen migrante, que lo están pagando más caro.
Y luego, es un profesorado que soporta recortes muy fuertes desde el año 2012, en un proceso de empeoramiento escalonado pero constante durante décadas, con plantillas saturadas, envejecidas… y claro, de repente una pandemia le exige el triple a todo el mundo. Ha tensado mucho la educación pública, la pandemia. Y ha puesto de manifiesto la falta de recursos.
¿Y qué pesa más dentro de esta política, una ideología neoliberal cuyo dogma es favorecer la enseñanza privada en detrimento de la pública, o esos intereses de lobbies del sector de la educación privada?
Docentes Unidos cuestiona el modelo, para poner encima de la mesa las cuestiones de financiación, que hasta este momento estaban enterradas, soterradas. Nadie hablaba de esto, nadie quería confrontar. Pero desde luego, la gestión educativa responde a redes clientelares, y a los intereses del sector educativo privado. Hay que entender que el Estado español, en cuanto a su estructura funcionarial, soporta un régimen político que es muy conservador en lo económico y atrasado en lo social. Aquí no hay una cultura de Estado de los servicios públicos como puede haberla en Francia o en Finlandia, y si quitas eso, lo que queda es un Estado clientelar cuya inercia con los fondos públicos siempre ha sido usarlos como fuente de alimento para sus redes de influencia empresarial.
Y eso se nota muchísimo en toda España, pero particularmente en la Región de Murcia. Cuando llegan las privatizaciones a mediados de los 90, en la época de la utopía neoliberal, lo que se hace es atacar la red de centros de enseñanza pública, y esto incluye campañas de ensuciado de imagen, para sacar fondos de ahí y poder meterlos en esas redes de tejido empresarial, clientelar, de las administraciones. Y por supuesto, también la Iglesia católica, una Iglesia ya modernizada que es capaz de responder a lógicas de mercado o de mercadeo con respecto al sector educativo, y que en otro tiempo tuvo un cierto monopolio en España.
En la Región de Murcia es peor aún porque aquí, por ejemplo, hay una presencia muy fuerte económica y política del Camino Neocatecumenal -los conocidos como kikos-, que es una secta religiosa fundamentalista que mueve muchísimo dinero. Poseen la UCAM [Universidad Católica de Murcia], muchísimos negocios, y ahora mismo amenazan con absorber los fondos que llegarán de la UE para tumbar la red pública de FP del Estado o de la comunidad autónoma. Algo en lo que también están las constructoras y el sector del metal, que quieren su propia FP privada. Despedir a todo el profesorado interino y usar el dinero de las ayudas de la UE para completar la reconversión hacia lo privado: en esto estamos en muchas comunidades autónomas.
¿Y cuando dices “campañas de ensuciado de imagen en los 90” ¿Cuáles son sus argumentos, con qué imágenes? ¿Cómo se denigra a la escuela pública?
Bueno, normalmente se recurre a tópicos culturales, ya desde aquella época de las privatizaciones, sobre los funcionarios en general, sobre el bajo rendimiento, el exceso de acomodo que pueden tener algunos. Creo que son tópicos en general sobre los funcionarios que están en todas partes.
Pero, en el caso de España y, particularmente, en un sitio como Murcia, lo que se busca es ensuciar la imagen del profesorado dando a entender que no somos neutrales ideológicamente, que la educación pública refleja una especie de totalitarismo de Estado y que la educación privada -sostenida, por supuesto, con fondos públicos- representaría la libertad. Esa es más o menos la retórica que se pone en marcha en los años 90. Y no se activa un lenguaje tan agresivo de repente, sino que se hace poquito a poco. Ya, cuando aparece la extrema derecha en España, esto se dispara. Lo que tenemos son acusaciones en los medios, señalamiento y persecución ideológica al profesorado de la pública. Por educar.
El pin parental, por ejemplo, es una expresión que utiliza la extrema derecha para ponerle nombre a su medida educativa estrella y venderla. Sería una especie de capacidad del padre para bloquear determinados contenidos curriculares si estos llegan a través de charlas donde el profesor lleva a clase a personas que puedan venir de voluntariado, de asociaciones, expertos, si tocan temas que no gustan a la familia. Obviamente, hablamos del tema de la educación sexual afectiva, de la lucha por la igualdad y todo esto que ellos llaman ideología de género, pero que en el fondo no es más que igualdad, diversidad, calidad. Algo que siempre ha caracterizado a la escuela pública. Ahora se trata de ensuciar esos valores y de intentar convencer a la gente de que realmente solo tiene libertad si la paga en la educación privada.
Pero en Docentes Unidos también, aunque navegamos las guerras culturales, sabemos que, en el fondo, detrás de los ataques y de estas guerras culturales de la derecha hacia la escuela pública, lo que hay son negocios. Y ponemos mucho el foco, por tanto, en las cuestiones de financiación, que no es algo de lo que se hable frecuentemente en el espacio público respecto a la educación. En España se polarizan mucho las políticas educativas, pero no se habla del dinero.
Claro, hay siempre mucha batalla mediática con la cuestión de las asignaturas, si religión sí o no, si ética o sucedáneos sí o no… cuando el problema más flagrante y sangrante en España es que hay una altísima tasa de abandono escolar. Y a eso se le dedica una atención mínima.
Claro, hay mucha queja porque no hay una ley estable. Todo el mundo pide un acuerdo educativo en España a gran escala entre los distintos partidos para tener una ley de educación estable, pero lo cierto es que esos cambios, ese va y viene con la ley, nunca han ido a lo profundo. Las leyes que han hecho tanto el Partido Popular como el Partido Socialista, en el fondo han apostado siempre por desviar la financiación hacia la privada, hacia la privada subvencionada… Esa puerta la abrieron como un pacto de Estado ambos partidos.
Y claro, la mejor manera de encubrir esto en los medios de comunicación es la guerra cultural en torno a la asignatura de religión, a la de ciudadanía, al pin parental o este tipo de cuestiones que no son lo importante. El abandono escolar se soluciona con más profesorado.
Entonces, el pretexto principal…
La libertad de mercado, la libertad de los padres de elegir, de decidir qué educación reciben sus hijos. Pero todo esto es marketing. Cuando se abren nuevas líneas educativas en centros privados subvencionados, lo que se vende a los padres en el fondo es clasismo, que lleven a sus hijos a un centro donde van a ir con alumnos de clase social más alta, donde la tasa de migrantes va a ser mucho más baja… El racismo está muy presente y se vende la segregación como libertad, como independencia.
Antes de la nueva ley educativa, la que acaban de sacar, que lo ha prohibido, se cedía terreno público gratuitamente a las empresas que querían abrir un instituto o un colegio privados. Por si fuera poco, este terreno público ni se les vende, sino que realmente se les regala. Y luego, cantidades ingentes de dinero para ellos.
Entonces hay algo de cortina de humo en esta hiperfocalización sobre la cuestión religiosa, y no se debate la cuestión de los de las clases sociales y de los niveles educativos. En esto particularmente, parece que lo que caracteriza a la pirámide educativa española es la estrechez de su parte intermedia. No tiene parangón con ningún país de Europa. Hay un porcentaje de población con estudios superiores que es equiparable al de Francia o Alemania, pero en cuanto se baja el nivel de la enseñanza media, España está muy por debajo. Tú que lo vives directamente ¿cómo crees que se da esa pérdida de valor de la enseñanza media?
Bueno, hay que tener en cuenta que en España la diferencia entre ricos y pobres es más fuerte que en Francia o en Italia. Aquí, tradicionalmente, hay una reticencia muy fuerte por parte del del Estado y de los poderes económicos a la redistribución de la riqueza a través de servicios públicos generalistas. Esto forma parte del problema: no tenemos esa cultura. Aquí no hay una república para que la educación pública sea asunto de la República, un asunto de Estado.
Lo que hay es un Estado que se derrite, del Estado central a las autonomías, en las redes clientelares y empresariales. Los servicios públicos tienen que ser suficientemente fuertes para redistribuir riqueza a su manera, que es generando capital educativo en las clases bajas y en las clases medias bajas. Si eso no sucede, la diferencia entre ricos y pobres se perpetúa.
Y en Murcia, en gran parte del sur de España, la inmigración es un fenómeno reciente. Realmente tenemos familias que tienen poco arraigo, que no tienen redes en las que apoyarse tan fuertes como las pueden tener en Francia o en otras partes de España como Cataluña. Y vemos situaciones de abandono por parte de la administración.
He vivido algunas anécdotas muy significativas, situaciones duras en el aula hablando con el alumnado de tercero de ESO sobre lo que estaba pasando. Veíamos que había un par de grupos donde todo el alumnado estaba suspendiendo todas las materias. Ni el profesorado sabía qué hacer, ni el alumnado tampoco: ellos mismos nos pedían ayuda, estaban asustados de ver que se estaban yendo del sistema educativo, que no podían; que la clase de al lado, donde hay más españoles, sí lograban, aunque con dificultades, salir adelante, y ellos no. No tenían ya ni fuerzas ni ánimos. Es un grupo donde la mayoría son de origen migrante. Y nunca habían vivido un golpe de realidad tan fuerte sobre lo que es la situación real de la familia migrante en un sitio como la Región de Murcia. Cuando empecé a hablar con ellos y tuve que explicarles qué es ser migrante, qué son las diferencias de clase o las diferencias raciales; muchos de ellos empezaron a llorar, porque empezaron a verse retratados en lo que estaba sucediendo, al darse cuenta de los motivos reales por los cuales sus compañeros españoles estaban aprobando y ellos no. Varias niñas me dijeron que estaban muy mal porque querían estudiar pero no podían, porque tenían que estar cuidando a sus hermanas pequeñas.
Por la pandemia…
Sí, fue hace poco. Con la pandemia, hay chavalas que están cuidando a sus hermanas pequeñas, porque las más pequeñas, varios días a la semana, no tienen clase. No pueden ir a su centro educativo porque las han expulsado por días.
Esto es una situación que tiene que ver con la estrategia de las autoridades educativas de Murcia para aprovechar la pandemia para recortar, ahorrar fondos… Digamos, lo que se ha hecho aquí es un ERTE a alumnos, un despido temporal de alumnos por turnos. Es decir, en un grupo de tercero de educación secundaria, la mitad vienen un lunes, la otra mitad vienen los martes, los otros el miércoles, los otros los jueves… van alternando los días.
Se ha dicho, por parte de absolutamente toda la comunidad educativa -padres, sindicatos, partidos, profesores, etc.-, que era imperativo en este momento contratar a más profesores. Desde la administración educativa, en vez de eso, lo que hacen es sacar alumnos de las clases para que se reduzca el aforo y podamos estar más seguros con respecto a la pandemia. Es una perversión absoluta.
Eso ha hecho que muchas familias no puedan conciliar, que no puedan cuidar a sus hijos. Una familia trabajadora o de origen migrante, si tiene que trabajar, ¿cómo cuida a su hijo pequeño, si el martes o el jueves no tiene colegio? Pues lo cuida la hermana mayor, que acaba dejando de estudiar. Esto está pasando.
Y supongo que se trata de niños que hablan español perfectamente y son ya autóctonos en cierto modo. En todo caso, el abandono escolar no es un problema exclusivo de la población de origen inmigrante…
Sí, no somos suficientes profesores, y los alumnos necesitan mucha atención ahora mismo. Hay chicos que, aunque vengan de familias con recursos o no sean de un origen socioeconómico muy bajo, tienen 12 o 15 años. No tienen la edad suficiente como para aguantar esto y seguir concentrados en sus estudios. Si ya a muchos les cuesta en una situación normal con 5 días de clase, es muy difícil para una adolescente que está aprendiendo a ser regular con sus tareas, a estudiar, a tener una responsabilidad… que de repente haya varios días a la semana en que no tiene que levantarse por la mañana y sus padres no están en casa, sino trabajando.
Pandemia aparte, en general, en España, el abandono escolar y los malos resultados de España, por ejemplo, en PISA, que es algo que se comenta mucho, tienen que ver con que grandes zonas de España son pobres. Y hay que decirlo con esta palabra: son pobres. La red educativa pública, fuerte, con recursos, es lo que hizo avanzar al país, a estas zonas. Por ejemplo, en el sur de España hace 20 o 30 años, cuando la red pública se debilitó, esa pobreza sale, emerge, está ahí. Murcia y Andalucía no son la Lombardía ni Francia. No hay suficiente desarrollo socioeconómico como para que la educación funcione con tan poco profesorado.
En el libro de Tortella y Núñez, El desarrollo de la España contemporánea[1], aparece esta tesis que ya se conocía desde hace tiempo en Ciencias Sociales, de que el nivel educativo de la población de un país es el indicador más exacto que existe para predecir su nivel económico 100 años después. Entonces, lo que se está sacrificando con esta generación es el futuro del país, que podamos dedicarnos a otra cosa que no sea servir copas o ser ninis con un alto nivel de desempleo y sin hijos. ¿Es ya perceptible desde los institutos este proceso?
Esa relación existe, obviamente, pero no tanto entre el desempleo y el abandono escolar. Lo que suele pasar es que, si no tienes trabajo, te formas: es más fácil que estudies o que intentes hacer una formación profesional o lo que sea. Lo que sí que presenta una relación clara es el abandono escolar y las malas condiciones laborales.
En España se ha asumido el abandono escolar para grandes segmentos de la población. O que van a tener pocos estudios: se ha asumido darles títulos como el de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, que es vacío porque se concede a todo el mundo, prácticamente por defecto. Sirve para poder ingresar legalmente en el mercado laboral, y poco más, lo que refleja el abandono del sistema formativo por parte de las autoridades.
A través de la baja financiación, lo que se busca es un mercado laboral polarizado donde muy poca gente tiene un buen trabajo, es decir, tirar las condiciones laborales a la baja. España es un país que vende al resto de Europa sueldos bajos. A la hora de invertir en educación, nunca se ha buscado un mercado laboral que haga progresar socioeconómicamente a la población, como sí se busca en países como Alemania, Francia o Suecia. Esto de aquí es una apuesta por lo bajo, una apuesta de Estado por los sueldos bajos, por la flexibilidad del mercado laboral y porque una gran parte de la población tenga un nivel socioeconómico bajo.
Las condiciones laborales y las condiciones educativas van juntas. Si queremos recuperar la Región de Murcia o España para una mayoría social después de la pandemia, aprovechando el giro neokeynesiano y verde de la política europea, y el dinero que llega, es fundamental reconstruir la red de centros públicos. Si no se hace, es porque la apuesta es otra. Y esa otra apuesta es la privada, pero solamente para unos pocos. La apuesta es un mercado laboral fuertemente jerarquizado y donde la mayor parte de la de la población está en una franja donde no tiene salidas.
Por lo que he visto en vuestra página web, estáis proponiendo algunas medidas de emergencia realistas, simplemente, para racionalizar un poco lo que se está haciendo. ¿Creéis que la desorganización forma parte de esta estrategia de denigrar los servicios públicos, simplemente haciendo que todo suceda de cualquier manera?
Sí, seguramente sí es el efecto que se produce o se busca. Cuando hay una privatización, no puedes decirle a la gente «Mira, voy a cortar la financiación del servicio público y de tu colegio público, que va a ir cada vez peor, búscate uno privado». Eso no se le puede decir a la gente, pero sí se pueden sacar los fondos y se puede generar desatención administrativa. Esto está sucediendo en la Región de Murcia. Es palpable el abandono de la educación pública en cuanto a planificación frente a la pandemia, además del abandono respecto a los fondos. Todo eso es dejar caer el sistema justo cuando llega el dinero. Si lo hacen así es porque el dinero va a ir a otros destinatarios: el sector privado. Con la desorganización, la falta de dinero y la falta de planificación, el caos, como tú decías, a la hora de afrontar la situación de necesidad, se provoca que haya familias que, al final, dicen «me voy a otro sitio».
Ya para ir cerrando, después de este eco tan inmediato que tuvisteis, desde agosto que aparecisteis, ¿habéis obtenido algunas cosas? ¿Cuál es vuestra batalla más presente?
Sí, realmente algunos logros hemos conseguido. Sobre todo, poner encima de la mesa de cara a la opinión pública y a la organización sindical la cuestión de las ratios, la ratio profesor-alumno. Era algo que ya se sabía, pero que estaba fuera de la comunicación. Se asumía que jamás concederían bajadas de ratio. Y ahora mismo todo el mundo se acuerda de reivindicarlo, en cualquier protesta. Hemos conseguido que los sindicatos entiendan que eso es lo primero que necesitamos. En ese sentido, Docentes Unidos sí que ha servido de catalizador, generando sinergia entre distintas organizaciones, partidos, sindicatos… despertando un poco la actividad. Organizaciones que a lo mejor no estaban tan hiperactivas.
¿Podrías dar una explicación rápida y esquemática de qué es la bajada de ratio?
Sí. Es la proporción de alumnos por profesor, simplemente. Cuál es el máximo de alumnos que puede tener un profesor en un aula. Hay unanimidad en la comunidad educativa, y en las familias también, en que esto es decisivo para la calidad, lo más decisivo. Y en tiempos pandemia, el alumno necesita una atención bastante individualizada. Un profesor que tiene 35 alumnos está lejos de ofrecer calidad, porque tiene 35 en un grupo, 35 en otro, 35 en otro… y entonces no, no puede atender a cada ciudadano. Porque los alumnos son ciudadanos.
Entonces, además de jugar en la cancha de la comunicación pública, como hace Docentes Unidos, y de cuestionar el modelo, siempre tenemos una o dos peticiones inmediatas, más allá del modelo, que son necesarias y que hacen que el profesorado se aglutine mucho en torno a ellas. Porque se pueden tener opiniones más o menos diversas en torno al modelo educativo, pero todos estamos de acuerdo en que necesitamos una bajada de ratios. Entonces, poniendo esas cosas encima de la mesa, hemos conseguido aglutinar a la gente.
¿Y habéis tenido eco en otras regiones, o esto es un problema específicamente murciano, debido a estos lobbies…?
El problema es nacional, de todas las regiones. Es un problema estructural en España y más o menos se está viviendo en todos sitios. Lo que pasa es que no hay mareas digitales de profesorado tan fuertes como la que hay en Murcia, que es la original. Sí que se crearon otras marcas, nos llamaron muchísimos sitios, de Cataluña, de Valencia, de Andalucía, preguntando cómo lo habíamos hecho, y qué hacíamos para comunicar. Docentes Unidos es un montón de profesores que abiertamente están para hacer comunicación política, para hacer campaña contra campaña. Y no hay nada parecido en el resto de territorios. Pero la cuestión de la ratio o del modelo sí que está presente en todo el país. Los sindicatos la ponen encima de la mesa.
La diferencia es que, en Murcia, Docentes Unidos hace mucho ruido. Ten en cuenta que, cuando nos dirigimos a la opinión pública o a la prensa, no somos sindicalistas ni políticos: Somos profesores, directamente, y eso te da una cierta autoridad. Estamos marcando la agenda con comunicados, con artículos de prensa, con material audiovisual, con manifiestos, como guerrilla de la comunicación. Nos atrevemos a hacer memes, intervenciones, a polarizar, a hacer hipérboles, lo que se requiera. Lo que siempre nos han hecho los políticos, ahora nosotros se lo hacemos a los políticos.
¿Y prevéis que haya en un futuro una movilización a escala nacional, con otros movimientos de otras regiones?
Es más que probable. Ahora mismo, la situación de pandemia hace muy difícil la movilización en la calle, pero sí hay mucha rabia contenida. Y hay conversaciones entre organizaciones de distintos territorios. Esto va in crescendo. Cuando la pandemia lo permita, va a haber una primavera española de los servicios públicos.
Pues que así sea. Muchas gracias, Vladimir.
De nada, estamos en contacto. Hasta luego.
[1] TORTELLA, Gabriel, NÚÑEZ, Clara Eugenia, 2011. El desarrollo de la España contemporánea. Historia económica de los siglos XIX y XX. Madrid: Alianza Editorial, 631 pp.