Enric Sió (Badalona, 1942 – Barcelona, 1998) forma parte de aquella brillante generación de artistas españoles que supo encontrar el éxito internacional en los años 70, pero fue también uno de los primeros en sufrir la precariedad que trae consigo el cómic de autor. Tras postularse como activista del medio reivindicándolo como una expresión artística, lo abandonaría para dedicarse a la fotografía justo cuando el «boom» del cómic adulto levantaba la cabeza en nuestro país.
Aunque parezca imposible, esta maravilla del noveno arte jamás ha sido recopilada íntegramente en un álbum. Tan solo podemos encontrarla por entregas en la inolvidable revista «Drácula» de 1971, publicada por la editorial Buru-Lan o, en su defecto, en las versiones que algunos internautas han ido subiendo a la red. Concretamente, esta cubierta [ver más abajo] ha sido extraída de la web Tebeos de factura hispana y está basada en la cubierta de la duodécima entrega de dicha revista. Sabemos que, durante la Semana Negra de Gijón de 2016, se distribuyeron gratuitamente 500 libros que contenían algunos relatos de Mis Miedos junto a La guerra del poeta, otra obra parcialmente inédita del mismo autor. Conocemos también la existencia de un libro recopilatorio de estos relatos que fue publicado en Francia hace más de cuarenta años por la editorial Dargaud. Empero, ambos volúmenes se encuentran a disposición exclusiva de los coleccionistas más pudientes. El caso es que Mis Miedos es, junto a Mara y Aghardi, uno de los tres mejores trabajos de Enric Sió y, al igual que estos, debería estar al alcance de todos los aficionados. A la sazón, esta obra supuso para el artista catalán una excepcional intrusión en los relatos breves de corte becqueriano y, encima, de autoría propia (con la única excepción de «Eleonor», basado en un cuento de Juan Tebar).
A simple vista, puede parecer extraño el hecho que estos cuentos góticos tengan un aspecto visual tan colorista, pero ubicándolos dentro de una revista de semblante psicodélico como era «Drácula» resulta perfectamente comprensible, más aún teniendo en cuenta cuál era la estética de los cómics en 1971. A nivel argumental, los miedos de Enric Sió están basados en cuestiones tan elementales como la muerte, la soledad, la tecnología, los accidentes, la desesperación o los gatos. Sí, la misma obsesión felina tan patente en la obra de Josep María Beá es igualmente compartida (en esta obra) por Enric Sió, aunque en un sentido más sombrío.
Sió utilizó técnicas plásticas diversas en cada página (acrílicos, carboncillo, tinta china…) pero todas ellas se encuentran amalgamadas con precisión, perfectamente integradas en cada relato y destinadas a la conjugación de esa atmósfera onírica tan característica suya. Allende sus cualidades gráficas, el artista badalonés narra excepcionalmente mediante viñetas muy dinámicas, a modo de montaje cinematográfico. Teniendo en cuenta el hecho de que la obra abraza sin complejos el experimentalismo, se agradece enormemente que el guión no adolezca de frivolidades: cada uno de los 12 cuentos nos aguarda un sorprendente y fatídico desenlace, como no podía ser de otra manera en una colección de cuentos macabros. De entre mis relatos favoritos me parecen muy destacables «Eloisa», una metáfora sobre la fugacidad del amor ante la eternidad de la muerte; «Alicia», un extraordinaria alegoría de la fragilidad de nuestra individualidad representada en una casa que se cae a pedazos; también «Karen», un excelente retrato de la engañosa naturaleza del amor platónico, y finalmente «Lisita», donde se nos desvela la necrofilia a través de la crueldad sufrida en la más tierna infancia.
Enric Sió (Badalona, 1942 – Barcelona, 1998) forma parte de aquella brillante generación de artistas españoles que supo encontrar el éxito internacional en los años 70, pero fue también uno de los primeros en sufrir la precariedad que trae consigo el cómic de autor. Tras postularse como activista del medio reivindicándolo como una expresión artística, lo abandonaría para dedicarse a la fotografía justo cuando el «boom» del cómic adulto levantaba la cabeza en nuestro país. Dirigió la revista La Oca, de sucinto recorrido, y fue también miembro del dandismo Barcelonés, relacionándose con el ambiente de «La Gauche Divine» -al que afirmaba detestar- y con la discoteca Bocaccio. Sió fue un artista inquieto, muy versátil y posee una biografía muy interesante (parte de la cual puede encontrarse en la reedición de sus obras más celebradas – Aghardi y Mara- publicadas por EDT y Trilita respectivamente).
Esperemos que algún editor se lance a proveernos por fin de esta fabulosa serie de relatos de terror cerrando así su trilogía, porque sería imperdonable que cayese en el olvido.
Esta reseña está extraída del blog especializado en el noveno arte mundicomix.