El 6 de noviembre de 2018 ocurre algo insólito en el 14º distrito de Nueva York. Una joven estadounidense de ascendencia puertorriqueña, del Bronx, con carrera universitaria y unos cuantos años de trabajo de camarera a las espaldas, vence en las primarias al director del Caucus Demócrata, Joseph Crowley, elegido a dedo para el puesto en 1999. Alexandria Ocasio-Cortez, la congresista más joven de los Estados Unidos.

Su elección no fue un fenómeno sorprendente, ni la lucha de una sola mujer muy inteligente.  Fue fruto de la lucha obrera que se ha dado generación tras generación desde 1919, cuando se funda el Partido Comunista de los Estados Unidos de América. Un partido revolucionario en aquella época, nacido como todos los demás al calor de la revolución de octubre. Un partido irreconocible tan solo 35 años después igual que la propia URSS. En 1956 la Unión Soviética invade Hungría y Nikita Jruschov critica los gravísimos delitos de principios cometidos por Stalin. Como es de esperar el CPUSA sufre una sangría de afiliados en esta época, en gran parte por su negativa a renegar de Moscú. Seguro que cuando la oligarquía estadounidense mira hacia el pasado piensa “Ojalá, todo se hubiese quedado ahí”. Pero los revolucionarios de Estados Unidos y demás países no lo iban a permitir.

Al calor de la revolución cultural, del No a la Guerra de Vietnam, de la lucha por los Derechos Civiles y de un pasado todavía presente de lucha y esperanza, algunos de los jóvenes exafiliados del CPUSA impulsaron el movimiento de la Nueva Izquierda. El primer eslabón genealógico de este árbol político.

De la organización que lidera el movimiento Nueva Izquierda, la asociación Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS), nace el Nuevo Movimiento Americano (NAM). Una organización que engloba múltiples tendencias de izquierda en lucha contra el sectarismo tristemente generado en sus asociaciones hermanas. Se oponen a la guerra de Vietnam, estudian marxismo, apoyan la lucha sindical de la clase trabajadora, y elevan el nivel de conciencia de las masas.  

Por otro lado, se encuentra el Comité de Organización Socialista Democrático (DSOC), una escisión del Partido Socialista de América que no solo apostaba por el trabajo entre los sindicatos de la clase obrera, sino también por la organización de la clase media. Este partido, DSOC, formará lo que parece ser la versión del Frente Popular Estadounidense. Que llega en 1982 con la fundación de los Socialistas Democráticos de América (DSA) como resultado de su fusión con el Nuevo Movimiento Americano.

Los Socialistas Democráticos de América se autodefinen como una organización política socialista democrática, laboralista y anticapitalista. Y su miembro más famoso resulta ser Alexandria Ocasio-Cortez, una camarera del Bronx que camina a hombros de gigantes. Esta organización política, no tiene una estrategia de presentarse a las elecciones como partido, sino de presentar candidatos como independientes dentro del ala izquierdista del Partido Demócrata. Es posible que algún comunista de la vieja escuela frunza el ceño, pero antes de criticar sería mejor tener en cuenta que el sistema electoral de EEUU hace imposible que existan más de dos grupos políticos en el Congreso. Por lo tanto, para tomar cuotas de poder político en EEUU y ampliar la organización popular es la única estrategia válida.

En su convención bienal de 2017 (donde se votan tanto la dirección del partido como la política a seguir) se escogió la solidaridad laboral, la campaña de asistencia sanitaria universal, y la política electoral como sus tres prioridades nacionales. Y no tardaron mucho en conseguir resultados para la clase trabajadora. Un año después tenían dos congresistas y 15 puestos públicos en 13 estados. Además, de un aumento espectacular en su organización llegando a tener más de 70.000 miembros.

Si observamos su perímetro ideológico encontramos ecosocialismo, socialismo revolucionario, comunismo e incluso socialismo libertario. Puntos de vista representados por distintos grupos políticos dentro de la propia organización como su “Caucus” Comunista y su “Caucus” Socialista Libertario.

Consideran el fin del capitalismo y la realización del socialismo como objetivo a largo plazo y defienden que la producción de la riqueza debería estar bajo el control democrático de quienes la producen para un mejor y más igualitario sistema económico. Es una auténtica victoria para la clase obrera que un grupo tan heterogéneo, con tantas ramas de izquierdas, hayan conseguido encontrar acomodo y luchar juntos por lo que deben luchar. Han superado el sectarismo que tristemente asola muchas organizaciones de izquierdas en España.

Y donde marcan una diferencia realmente importante para los demás pueblos del mundo es en su política internacional, mencionaremos solo como ejemplo, su solidaridad hacia el gobierno de Venezuela, considerando las sanciones impuestas de Obama contra Maduro injustas e ilegales. Y es la primera organización política estadounidense actual de la que escuchamos tales tipos de proclamas. En conclusión, con la llegada de la Socialista Democrática Alexandria Ocasio-Cortez al congreso hay un cambio de era en el Imperio. Los telones caen y vemos luchar a una camarera contra un multimillonario. Pero esto no es casualidad, esto es la lucha obrera. Y si se puede en el corazón del Imperio, también se puede en España.