Si yo fuera Ayuso, tras la enorme manifestación en defensa de la sanidad pública celebrada este fin de semana en Madrid, estaría seriamente preocupada. Es posible que la sanidad pública esté en una situación semejante o incluso peor en otras Comunidades Autónomas, que la izquierda política aproveche las protestas de los sanitarios para desgastar a Ayuso de cara a las próximas elecciones autonómicas y que no sea oro todo lo que reluce en las actividades reivindicativas. Pero una cosa no quita la otra. Además, Madrid es el único lugar donde su máximo responsable ha tratado con menosprecio a los manifestantes y ha desdeñado las reivindicaciones, lo cual dudo que sea una actitud política inteligente, y eso que no tengo a Ayuso por tonta. De líderes exitosos convertidos en cadáveres políticos por ignorar clamores ciudadanos o despreciarlos está el mundo lleno. Ayuso debería hacer algo. Para empezar, cuidar la sanidad pública. Y, en este tema, ser más humilde.