Una chica de dieciséis años podrá abortar sin necesidad de informar a sus padres ni disponer de su permiso. A esa edad, uno no puede comprar alcohol o tabaco y tampoco puede hacerse un tatuaje o votar. Esta comparativa, sin embargo, es absurda, ya que, si la chica no pudiera abortar sin el permiso de sus padres, estos la estarían obligando a dar a luz en contra de su deseo, lo cual es un disparate, mientras que no se puede obligar a un chico de dieciséis años a comprar alcohol o tabaco, a hacerse un tatuaje o a votar. Por tanto, la medida es acertada, como es acertado que exista una ley de plazos. Lo de obligar por ley a informar a los padres es otro sinsentido. Si la relación familiar es buena, los informará; si es inexistente, no lo hará en absoluto. Y cada familia es un mundo. Es como pretender obligar a dar los buenos días cuando se entra en un lugar cerrado.
Liebre Ibérica. Foto: Juan Lacruz.